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Atlantida Ilustración |
En el siglo IV antes de Cristo, el filósofo griego Platón es el primero en mencionar la existencia de la Atlántida. Desde entonces, la ciudad fabulosa inspira divagaciones y utopías.
El testimonio de Platón
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Platón |
La mas bella de las capitales
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Atlantida Azul |
La Atlántida, descrita en el Critias, se divide en distritos. Los numerosos canales que la surcan convergen hacia la capital, de forma circular. En el corazón de ésta, se levanta el palacio real, antigua residencia del dios del mar. Se trata de una ciudadela de forma igualmente circular y de un diámetro de alrededor de cinco kilómetros. Anillos concéntricos de tierra y de mar, unidos por túneles y puentes, componen esta acrópolis. Abriga templos, palacios y edificios públicos, así como campos de deportes. El más formidable de los templos es el dedicado a Poseidón. Sus fachadas exteriores están completamente cubiertas de plata y sus techos enchapados en oro. Al interior, las bóvedas son de marfil cincelado con incrustaciones de oro, plata y auricalco (metal bastante misterioso que se puede suponer sería cobre o una aleación de cobre y oro). El templo está adornado con numerosas estatuas de oro. Una de ellas sobrepasa a todas las demás, es la que representa a Poseidón «de pie sobre un carruaje de seis caballos alados, y de tal magnitud que la figura toca la bóveda del edificio». La descripción de Platón muestra la riqueza y el poderío de la Atlántida. Sin embargo, el Critias quedó inconcluso y no se sabe nada más acerca de esta isla.
Un pretexto para utopías
El texto de Platón es interpretado hoy en día como la primera de las utopías: una alegoría destinada a alabar los méritos del Imperio ateniense, que se encontraba en esa época en decadencia. ¿Pero la ciudad ideal que describe el filósofo es puramente imaginaria, o la construcción platónica descansa en una tradición que podría tener orígenes históricos? Este debate aún no ha terminado. Los antiguos comentaristas parecen ellos mismos divididos sobre el sentido de los diálogos platónicos. Aristóteles, en el siglo IV antes de Cristo, afirma que la Atlántida no es más que un mito. Por otra parte, un discípulo de Platón afirma haber visto, en Sais, los jeroglíficos que relatan la historia contada a Solón.
En la Edad Media, la Atlántida es prácticamente olvidada. El interés por esta isla tragada por el mar renace en el siglo de los descubrimientos, incluso algunos autores se arriesgan a identificar como América a la isla platónica. Con mayor frecuencia, los filósofos retoman el procedimiento del filósofo antiguo para disertar sobre la noción de ciudad ideal. Así, el filósofo inglés Francis Bacon redacta en 1627 una Nueva Atlántida (Nova Atlantis), especie de novela científica donde navegantes, llevados por los vientos a regiones inexploradas del océano, acceden a las costas de una isla desconocida donde un gobierno iluminado hace reinar la felicidad absoluta; el sueco Olav Rudbeck ve una alegoría de su propio país como cuna de la civilización (Atland o Manhem, 16791702); el catalán Jacint Verdaguer hace del continente perdido el objetivo de Cristóbal Colón (LAtlantida, 1876).
La Atlántida: ¿la isla de Santorin?
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Atlantida Santorini |
La Atlántida, según Platón
‘Sí, Solón, hubo un tiempo, antes de la más grande destrucción por las aguas, donde la ciudad que es hoy de los atenienses era, de todas, la mejor para la guerra (…). En ese tiempo se podía pasar por este mar (¿el océano Atlántico?). Había una isla delante de ese pasaje que ustedes llaman las Columnas de Hércules (…). Ahora bien, en esta isla Atlántida, sus reyes habían formado un gran y maravilloso imperio (…). Esta potencia, habiendo concentrado todas sus fuerzas, etnprendió de un solo impulso, la dominación de vuestro territorio y del nuestro, y de todos los que se encuentran de este lado del estrecho. Fue entonces, oh Solón, que el poderío de vuestra ciudad hizo estallar a los ojos de todos su heroísmo y su energía. Porque la venció por sobre todas por su fuerza moral y por el arte militar (…). Pero, en el tiempo que siguió hubo terremotos espantosos y cataclismos. En un solo día y una noche terrible, todo vuestro ejército fue tragado de una sola vez por la tierra, y, así mismo, la isla Atlántida se sumió en el mar y desapareció. Es por esto que aún hoy día, este océano es difícil e inexplorable por el obstáculo del fondo fangoso y muy bajo que la isla, al hundirse, depositó.» Timeo, traducción 1925.
De América a Escandinavia.
Algunos ubican la Atlántida en América del Sur, con los mayas, y otros, en Heligoland, Isla del mar del Norte, cerca de las costas danesas y alemanas (J. Spanuth) o en el Sahara (idea popularizada por P. BenoTt en su novela La Atlántida, 1919). Finalmente, algunos ven en la antigua ciudad de Tartessos (situada en la desembocadura del Guadalquivir, en España) la ciudad atlante.
Las Azores.
Tomando en cuenta el texto de Platón, esta ubicación parece ser la más lógica. Ya en 1882, I. Donnelly adelanta esta hipótesis. Más tarde, O. H. Muck, desarrollando argumentos adelantados por los arqueólogos Kircher y Schllemann, sostiene que las Azores son la antigua Atlántida. Insiste en la situación geográfica de las Azores, y acota que forman una zona de fractura en la corteza terrestre y que existe abundancia de volcanes en actividad.
Bimini…
Pero otros piensan qué la Atlántida se encontraba de hecho en la parte oeste del océano Atlántico, en las proximidades de la isla de Bimini (archipiélago de las Bahamas). En 1968, una estructura sumergida fue descubierta en esta zona. Siguieron expediciones, llevadas a cabo por M. Valentine, conservador honorario del museo de ciencias de Miami, y D. Rebikoff, experto en fotografía submarina. Se reconocieron dos muros, orientados perpendicularmente uno respecto al otro. Tomando en cuenta que Bimini se hunde en forma paulatina en el mar, los dos investigadores dataron estas construcciones en 8.000 a 10.000 años, es decir, en una época en que ningún pueblo de la región conocido por los arqueólogos poseía un nivel cultural y técnico que le permitiera realizar tales muros. El único problema es que se ha puesto en duda el origen humano de tales estructuras, consideradas hoy día más bien como un fenómeno natural.
…O Santorin.
Finalmente, la hipótesis más reciente, sostenida particularmente por el científico marino francés, el comandante JacquesYves Cousteau, reubica la Atlántida en el Mediterráneo y la identifica con la isla de Santorín, próxima a Creta, desmantelada súbitamente y transformada en archipiélago en 1470 antes de Cristo, a raíz de la erupción de su principal volcán.
El fin de la Atlántida
Según Platón, la Atlántida desapareció en un día y una noche, víctima de un cataclismo. Varios autores, partiendo de la hipótesis de que la isla realmente existió, han tratado seriamente de encontrar una explicación a esta desaparición. La solución más evidente es la de la erupción de un volcán, pero es impensable que una explosión, aunque titánica, haya hecho desaparecer totalmente en un día una isla del tamaño de la que Platón describe en el Critias. También algunos evocan la hipótesis de un gigantesco meteorito que habría caído sobre la Tierra, desencadenando el más formidable maremoto de la historia de la humanidad una catástrofe de la que el mito del Diluvio guardaría el recuerdo. A menos que no haya que ver en la catástrofe evocada por Platón sino un efecto literario destinado a dramatizar la caída relámpago de una civilización brillante, la civilización cretense en este caso, asimilada a la declinación más progresiva de Atenas.
Las otras civilizaciones desaparecidas
El tema de tierras desaparecidas dio lugar a una abundante literatura. El recuerdo nostálgico del paraíso perdido puede tener algo que ver. ¿Acaso no se pensaba, en la Edad Media, que el jardín del Edén aún existía más allá de las tierras conocidas? La idea del Diluvio, o de una gran catástrofe natural, que se reencuentra en numerosas civilizaciones, le está también ciertamente emparentada. Otros continentes comparten con la Atlántida la triste reputación de haber sido tragados por el mar.
La Lemuria.
La invención de este continente que se habría sumido en las aguas del océano Indico data del siglo XIX. Se debe al zoólogo inglés Slater, quien creó el nombre a partir de restos de primates lemúridosencontrados en Madagascar y en Malasia. La médium rusa Helena Petrovna Blatvasky se apasionó con esta historia en el siglo XX; hace de los lemurianos unos gigantes provistos de poderes telepáticos. La Lemuria habría desaparecido, si se le cree, hace millones de años, pero algunos sobrevivientes habrían podido huir a Asia central: sus descendientes serían, los actuales habitantes de la India.
El continente de Mu.
A principios del siglo XX, tratando de traducir un texto maya, el codex Troano, el francés Etienne Brasseur de Bourbourg cree descubrir los símbolos M y U y deduce la existencia de un antiguo continente llamado Mu. Luego, el coronel John Churchward declara que, cuando servía al ejército británico en la India, fue iniciado por sacerdotes hindúes a los secretos de Mu. Los sacerdotes le habrían enseñado a leer la lengua del continente perdido usando copias de textos inscritos sobre tablillas guardadas en templos hindúes y mexicanos… Según él, este misterioso continente, situado en el océano Pacífico, se extendía desde el estrecho de Bering hasta Australia y de la India a California. Se habría hundido en el mar hace 12.000 años.
La Hiperborea.
Un continente hoy día perdido bajo los hielos, la Hiperbórea, habría existido en las actuales regiones árticas en un período muy antiguo en el que éstas (se pretende que antes de que los polos cambiaran de lugar) habrían gozado de un clima y una vegetación tropicales… Los hombres y mujeres de esta isla, rodeada de altas montañas, habrían sido de una belleza extraordinaria.
Pacífica.
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