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Zar Alejandro I |
El drama de Alejandro I empieza una noche de marzo de 1801. Joven zarevitz, Alejandro acepta participar en un complot contra su padre, el impopular Pablo I. Los conjurados, el propio estado mayor de Pablo I, prometen al joven exiliar al soberano depuesto a un retiro apacible. Pero no cumplen lo prometido y, el 23 de marzo, se lleva a cabo una verdadera carnicería en los aposentos del zar. Cuando Alejandro I se entera, es demasiado tarde. El no deseaba la muerte de su padre, pero se siente responsable. De naturaleza muy creyente, casi místico, un sentimiento de culpa y un profundo arrepentimiento por lo sucedido lo acompañarán por el resto de su vida.
Un zar melancólico
¿Murió Alejandro en Taganrog?
El informe de la autopsia lleva las firmas de médicos que confesaron no haber estado en Taganrog ese día: se trata evidentemente de un documento falso. Por lo demás, las conclusiones de este documento están en contradicción con lo que se sabe de Alejandro: Ninguna mención de hipertrofia del bazo, síntoma evidente del paludismo; la descripción de una cicatriz en la pierna derecha, cuando es de la izquierda que Alejandro sufría; rastros de una lesión encefálica secuela de una sífilis que Alejandro jamás padeció.
Conforme la costumbre, el cadáver es expuesto varios días en público. En la iglesia de Taganrog, los visitantes quedan sorprendidos: la cara del soberano está irreconocible, casi descompuesta. El príncipe Volkonsky, encargado de los restos, escribe: “la cara está ennegrecida por el aire húmedo y los rasgos del difunto están completamente cambiados”, Finalmente, cuando, 40 años después de la muerte del zar, su sobrino nieto Alejandro III hace abrir la tumba para terminar con los rumores, sólo encuentra ¡un ataúd vacío!
El extraño starets de Krasnoretchensk
Rusia a principios del siglo XIX
La dinastía de los Romanov reina sobre el imperio ruso desde 1613. Nieto de Catalina II e hijo de Pablo I, Alejandro 1 es zar desde 1801 hasta 1825, aliado y posteriormente enemigo de Napoleón I. Rusia es entonces el miembro preponderante de la Santa Alianza, pacto establecido en 1815 con los soberanos de Austria y de Prusia reunidos por un ideal cristiano común para prestarse ayuda y asistencia mutua. Al mismo tiempo, el Imperio ruso continúa su expansión tanto en el Cáucaso como en Armenia y en los Balcanes. Sin embargo, el país está política y económicamente atrasado con respecto al resto de Europa. La única respuesta a los levantamientos campesinos son las ejecuciones masivas y las deportaciones a Siberia: la esclavitud sigue vigente en un imperio donde los nobles están muy apegados a sus privilegios.
Monarcas que renunciaron al poder
Alejandro I es un caso sin paralelo. Sería el único soberano conocido en haber simulado su muerte para dejar el poder y sumirse en el anonimato. Podemos encontrar en cambio cierto número de casos de abdicación, cuya frecuencia varía según la época, la cultura y el país. Así, en España, durante mucho tiempo fue normal que llegada cierta edad el soberano abdicara en favor de su primogénito; un retiro que fue asumido en primer rugar por Carlos V y ruego por su sucesor Felipe V, que deja el poder a su hijo Luis en 1724. Sin embargo, debe volver a subir al trono ocho meses más tarde, tras la muerte prematura del joven rey. Reina hasta el año 1746, es decir, 22 años después de su abdicación… Sus descendientes, Carlos IV y Fernando VII, también abdican.
Un rey abdicó dos veces: Pedro IV de Portugal. Hijo del rey Juan VI, Pedro escapa al Brasil cuando los franceses invaden Portugal en 1807. Cuando su padre vuelve a Portugal en 1821, rehúsa acompañarlo, y se hace proclamar emperador del Brasil bajo el nombre de Pedro I. Pero a la muerte de Juan VI, en 1826, es designado por el Consejo de regencia como rey de Portugal. Vuelve a Lisboa sólo para modificar las instituciones y abdicar en favor de su hija María II. Poco después, el trono de María II es usurpado por el regente Miguel. En 1834, Pedro abdica una segunda vez, en Brasil, en favor de su hijo, y vuelve a Portugal, donde restablece a su hija en el trono.
En Francia, ningún soberano abdica antes de Carlos X, en 1830. El hermano de Luis XVI abandona el poder después de la sublevación de Paris; Luis Felipe hace lo mismo en 1848. Durante el siglo XX, en otros países, distintos monarcas deben renunciar a su cargo bajo presiones políticas: el zar Nicolás II en 1917, el emperador Guillermo II, en 1918, y el rey Víctor Emanuel III de Italia, en 1946. El caso de Eduardo VIII, rey de Inglaterra, es el más emocionante: es por amor que abdica en 1936.
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