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Imagen Extraída desde Wikipedia, Link |
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continuemos…
Los héroes de la aviación
La ruta de los dos aviadores debe llevarles primero hacia el extremo sur de Irlanda. Enseguida, deben virar directamente hacia el oeste y realizar el gran salto hasta Terranova, antes de dirigirse oblicuamente hacia el sur, hacia Nueva York, donde todo el mundo los espera. Las horas pasan. El Pájaro Blanco no es avistado sobre Irlanda, pero, hacia el mediodía del lunes 9 de mayo, llegan a Francia las primeras noticias, que anuncian que Nungesser y Coli han sido vistos sobre Terranova. Ahora su triunfo está asegurado.
Pero estas buenas noticias proceden únicamente de una ilusión colectiva, como lo señala el ministro francés de Aeronáutica. Las búsquedas que se emprenden entonces no entregan ningún dato y, hasta hoy, nadie sabe dónde y cuándo desapareció el Pájaro Blanco. Algunos piensan que realmente sobrevoló Terranova y que se perdió inmediatamente después, entre Terranova y Nueva York, es decir, casi al final de su viaje.
Aunque esto pueda explicar en parte el origen del rumor insensato que Nungesser y Coli amarizaron en Nueva York, es difícil comprender hoy día cómo esa falsa noticia pudo durar tanto tiempo, cuando bastaban algunos minutos para saber, por cable, lo que sucedía en Norteamérica. Francia deseaba sin duda demasiado que uno de los suyos venciera el Atlántico.
Pero, cuando apenas unos días más tarde, el 21 de mayo, Carlos Lindberg se posó en Le Bourget, al cabo de un vuelo de 33 horas y 27 minutos, supo recibirle con la acogida triunfal que había previsto para Nungesser y Coli.
Nungesser y Coli antes de su despegue
Los últimos momentos antes del vuelo, según un testimonio citado por C. Dollfus y H. Bouché en su Historia de la Aeronáutica, fueron así: «Nungesser está tranquilo, pero visiblemente emocionado, habla poco y permanece tendido en una de las camas. Coli parece también tranquilo, más reservado que de costumbre y sus preparativos son precisos. Una casaca y un pantalón caqui completan con bizarría su fisonomía enérgica, cuya expresión parece más acentuada que de costumbre, un poco extraña con su legendario monóculo negro, que cubre el ojo que perdió como aviador durante la guerra… Por instinto, todos hablan bajo… Yo no puedo dejar de observar a los dos hombres, tan conscientes del peligro, tan nobles, como distanciados de la vida común y que nos dominan a todos.”
Dos tragedias misteriosas de la aviación
La muerte de Roald Amundsen. El 24 de mayo de 1928, el dirigible Italia, comandado por el general italiano Nobile, sobrevuela el Polo Norte y luego se dirige hacia Spitzberg, desde donde había partido. A las 10 horas del día 25 se pierde contacto con él. Pero el 9 de junio, un mensaje de radio anuncia que Nobile y ocho de sus hombres están vivos. Sobrecargado por el hielo, el dirigible Italia se estrelló contra un témpano y la barquilla principal se salió con el choque. Alivianado, el dirigible se aleja con siete hombres prisioneros en la barquilla secundaria, de quienes nunca más se supo. Una operación internacional de rescate se organiza entonces con aviones italianos, suecos y rusos. Se les une un gran hidroavión francés Latham, pilotado por el comandante Guilbaud y llevando a bordo al explorador noruego Amundsen, vencedor del Polo Sur en 1911. El 19 de junio, el Latham levanta vuelo desde Tromsö, Noruega, hacia Spitzberg, adonde no llegará nunca. Muchas semanas después, el descubrimiento de un flotador del ala y de dos estanques confirma lo que todos temían; Amundsen y sus compañeros murieron al querer salvar a otros náufragos del cielo. ¿Cómo se produjo el accidente? Nadie lo sabrá jamás. La desaparición de Amelia Earhardt. Primera mujer en atravesar el Atlántico en 1928 y luego primera en hacerlo sola en 1932, la norteamericana Amelia Earhardt, acompañada por el mecánico Fred Noonan, parte de California para realizar un vuelo alrededor del mundo en un bimotor Lockheed Electra, el 20 de mayo de 1937. Cruza América del Sur, África, India y, finalmente, hace escala en Lae, Nueva Guinea. El 2 de julio, el avión despega de Lae para dirigirse a la isla de Howland, a 4.000 km hacia el este, y entonces desaparece. La Marina de los Estados Unidos se moviliza para buscarla, pero todo resulta en vano. Para todos, Amelia Earhardt y Fred Noonan se han perdido en el mar. Pero en 1966, el norteamericano Fred Goerner demuestra, de manera casi segura, que ellos tenían, bajo la cobertura de una hazaña deportiva, una misión secreta de reconocimiento de las bases japonesas en la isla de Truk, en las Carolinas. Después de esta misión, los aviadores se habrían perdido y estrellado sobre el atolón de Mill, en las islas Marshall, entonces bajo el dominio japonés. Habrían sido capturados allí y luego llevados al cuartel general japonés en Saipan, donde habrían muerto. Cuatro años antes de comenzar, la guerra del Pacifico habría tenido dos víctimas norteamericanas.
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