Poco después de la caída del Imperio romano, un ermita venido de irlanda desembarca en una Bretaña aún escasamente cristianizada y todavía muy ligada a sus tradiciones celtas. El hombre santo se vuelve influyente, pero sus enemigos lo acusan de ser un hombre-lobo y un hechicero. Ronan permanece con la figura mítica de una Bretaña donde lo fantástico se entrelaza con lo cotidiano.
Conocemos la vida, o más bien la leyenda de San Ronan, gracias a un texto redactado alrededor de 1236. Nacido en Irlanda, de padres paganos, el joven Ronan se convirtió al catolicismo. Siendo un brillante teólogo, alcanza rápidamente el episcopado. Decide llevar la vida de los ermitas y, como muestra de sacrificio, se exilia Bretaña. Desembarca primero en la isla Molena, entre Ouessant y el cabo San Mateo desde donde llega a la bahía de Douarnenez y se instala en el linde del bosque de Nevet, en un lugar llamado actualmente Locronan. Según la hagiografía, expulsa del bosque a los «brujos», sin duda una referencia a algunos druidas, empujados a lo más profundo del bosque por la cristianización. Pronto, los milagros de Ronan llaman la atención del rey Grabo establecido desde hacía poco en Quimper.
Ronan y los lobos
Todos los textos que cantan las alabanzas a los santos (hagiografías) incluyen ineludiblemente milagros inspirados directamente en la vida de Cristo. Sin embargo, muchas anécdotas de Ronan se alejan del esquema clásico. Los relatos hacen frecuentes referencias a extrañas comunicaciones que el santo mantiene con los lobos. Cada día, Ronan da una vuelta alrededor del pueblo donde vive para alejados de los hombres. Una vez un lobo que merodeaba a orillas del bosque se abalanzó sobre una oveja y se la llevó. Ronan, testigo de la escena, levantó un brazo y gritó una orden: el peligroso animal obedeció, soltó su presa y huyó, escondiéndose entre los árboles. El santo sabe cómo hacerse entender por los lobos, lo que puede ser interpretado como un signo divino o como una prueba de brujería.
De hecho, una mujer llamada Kéban acusa a Ronan de ser un hombre-lobo y de haber devorado a su hija. Ronan es citado ante el rey Grallon: éste decide remitirse al «juicio divino», Ronan será encerrado con dos lobos feroces; si es culpable, los lobos lo despedazarán. Si es inocente, Dios le dará la fuerza para repeler a las feroces criaturas. Ronan es sometido a la prueba y haciéndoles el signo de la cruz, aplaca a las dos bestias feroces. Los autores cristianos reconocen entonces rápidamente la inocencia de Ronan, pero debe recordarse que son pocos aquellos que dudan incluso de la existencia de los hombreslobo. Por otra parte, Ronan conserva a través de siglos de tradición popular la fama de ser un hombre extremadamente peludo.
¿Un personaje histórico?
La biografía de Ronan entrega pocas informaciones comprobables acerca de la existencia del hombre y de su origen social, en una época en que se le atribuye a la mayoría de los santos una ascendencia real o al menos noble. Los accesorios que le atribuyen más tarde las representaciones, como una campana y una fuente, no se mencionan en los textos antiguos. La campana, conservada entre las reliquias en Quimper, es un modelo corriente en Irlanda, pero mucho más escasa en Bretaña; sin embargo, nada permite anticipar que sea auténtica. Al no haberse descubierto ninguna prueba de la realidad de San Ronan en Bretaña, algunos historiadores sugieren que se trata en realidad de un británico cuya leyenda habría atravesado el Canal de la Mancha. Encontramos un San Ronan en Irlanda en el siglo VII y otro en Escocia en el siglo VIII. En el siglo XIII en Cornualles, circula una Vida de San Rummon, que se asemeja mucho a la de San Ronan.
A comienzos de nuestro siglo, estos elementos condujeron al historiador inglés Doble a anticipar que ambos santos son sólo uno. Según su opinión, Rummon se habría transformado en Ronan, según los nombres de los lugares en el siglo Xl. Efectivamente, numerosos pueblos y lugares de Bretaña parecen obtener su nombre de San Ronan. Siete de estos topónimos comienzan por «Lok» (deformación de loc o locus, por «lugar’), entre ellos el famoso pueblo de Locronan, y ocho San Ronan es a veces Renan. Drenan, Ernan, Erlan, René o Regnan.
¿Un dios pagano cristianizado?
La procesión en honor de San Ronan que sigue realizándose en Locronan en nuestros días, incorpore varios lugares que no tienen nada de cristiano, especialmente menhires y dólmenes. Uno de ellos, bautizado «kador Sant Ronan», (silla de San Ronan), todavía se conoce con tu antiguo nombre de «yegua de piedra» y se asocia a un antiguo rito celta de la fecundidad. A pesar de la hostilidad de la Iglesia, algunas mujeres de la procesión se sientan ahí para combatir la esterilidad. Otro menhir, ubicado en la cumbre del monte San Ronan, que constituía la principal estación del peregrinaje, desapareció a comienzos de siglo. Estaba cubierto de espirales en forma de serpiente y se alzaba sobre un túmulo de la edad del bronce y un lugar de culto romano dedicado a la fecundidad.
En 1911, el historiador Robert Latouche formula una interesante hipótesis: San Ronan habría sido inventado a comienzos de la Edad Media, en varios lugares, para remplazar a una divinidad celta. En ese entonces, esta práctica era normal incluso, algunas fiestas cristianas, tanto pascua de Resurrección, eran celebradas por el clero local en fechas diferentes a las previstas por la iglesia de Roma, con el fin de ocultar las fiestas paganas tradicionales. Un análisis de la historia de Ronan permite descubrir varios elementos que corroboran esta tesis. La hagiografía utiliza muchas metáforas luminosas y remite a una visión solar del personaje, por otro lado, conocido por su relación con los lobos. Ahora bien, en las religiones celtas, el lobo es un animal sagrado ligado al culto al sol. Lug, el primer dios galo, es un dios solar y, al igual que Ronan, sabe comunicarse con los lobos…
La vida de RonanSan Ronan provenía de una nación septentrional, de padres de escasa fortuna e idólatras, los que esmerándose en su progreso lo enviaron a la escuela (…) Dios le habla dado a conocer la superstición del paganismo y le hizo nacer en el alma un ardiente deseo de buscar la verdadera religión. Con este propósito, se dirigió a la isla de Gran Bretaña, donde habiendo conversado con los cristianos y habiéndose informado acerca de su religión, reconoció que era la única que conducía a la salvación eterna y decidió convertirse (…) Habiendo hecho penitencia por sus pecados pasados, decidió pertenecer a la iglesia e ingresó al sacerdocio(…) Los ojos legañosos de algunos cristianos corrompidos, no pudiendo soportar la cantidad de virtudes que tenía el alma de San Ronan, lo acusaron maliciosa e injustamente ante el rey Grallon (quien entonces se encontraba en Quimper, calumniándolo de ser hechicero y necromanciano haciendo como los antiguos licántropos, quienes, por arte y magia diabólicos, se transformaban en bestias brutas y causaban muchísimo mal en el país. Alberto el Grande, Vida de los santos de Bretaña Armórica, siglo XIII.
La Bretaña mítica del siglo VIEn el siglo IV, Roma abandona Bretaña a su suerte. En el siglo V, el país acoge a numerosos celtas venidos de las islas británicas; huyen ante el invasor sajón que intenta apoderarse de Inglaterra y de Irlanda. Se establecen en las planicies al interior del país, dejando el litoral a sus primos autóctonos. El rey bretón más famoso de esta época, Grallon o Gradion, habría transferido su gobierno a Quimper luego que su capital, la mítica ciudad de Ys, hubiese quedado sumergida bajo la marea. En realidad, es probable que el legendario Grallon sea un conjunto de varios reyes bretones que reinaron entre los siglos V y VII. Por otra parte, varias calzadas romanas se hunden en el mar y convergen hacia un punto situado en la bahía de Douarnenez; hacen pensar que es muy probable que una ciudad haya sido abandonada allí debido a la crecida de las aguas. Los pueblos de Bretaña están en ese tiempo en vía de cristianización, pero los misioneros se enfrentan a la fuerza de las tradiciones celtas y deben integrar las tradiciones populares.
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