El Manuscrito Voynich, que se encuentra en la Biblioteca Beinecke de Libros Raros de la Universidad de Yale, es un misterio porque nadie lo puede leer: los extraños símbolos que pueblan este libro de 116 páginas, de las que se han perdido 14, son un enigma.
Muchos creen que para leerlo se necesitaría una clave que hasta la fecha nadie ha podido descifrar. Y aún hay más: parte del libro consiste en un herbario del cual no se ha podido identificar ninguna de las plantas.
Está iluminado con nume¬rosos dibujos: unos parecen astrológicos, otros son diagramas circulares, hay partes aisladas de plantas junto a frascos de farmacéutico y figuras humanas, en su mayoría muje¬res desnudas, unidas por complejos entramados de tubos y bañándose en estanques en lo que parece ser una alegoría del organismo humano. Todos los intentos por descifrar su contenido han sido inútiles.
Es uno de los tantos libros que permanecen en los rincones sombríos de la Historia, como el Código de Copiale, Las estancias de Dzyan, El manuscrito Mathers, La Biblia del Diablo, Libro de Soyga o Excalibur.
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