La Monja Negra de Moret
El enigma de Anastasia
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Le ejecución de Mata-Hari
Le ejecución de Mata-Hari
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Mata-Hari |
El 15 de octubre de 1917, cuando los encarnizados combates de la Primera Guerra Mundial alcanzaban su paroxismo, la famosa bailarina Mata-hari, acusada de espionaje a favor de Alemania, era ejecutada por las autoridades militares francesas. En ese instante nació el enigma de Mata-Hari ¿en verdaderamente una agente secreta esta seductora con la que la alta sociedad parisina de principios de siglo se había encaprichado?
Fue durante una recepción organizada el 13 de marzo de 1905 en el museo Guimet, donde se exhiben famosas colecciones de arte asiático, que «todo París» conoció a Mata-Hari.
Mata-Hari, falsa bailarina hindú
Esa tarde, para gran complacencia del público que venía a descubrir el arte de la misteriosa India, Mata-Hari ejecutaba bailes sagrados aprendidos en el secreto de los templos hindúes, vestida solamente con algunos velos transparentes que dejan entrever su piel cobriza. Los asistentes quedan fascinados. Desde entonces, se puede encontrar a la extraña bailarina en todos los sitios de moda y en los mejores salones, donde no se cansa de contar su infancia en Java y su iniciación al culto brahmánico. Muy pronto, su fama se extiende por todas las capitales europeas.
Seductora, aunque también fantasista, Mata-Hari sabe cómo ilusionar a las personas. Sin embargo, pronto se descubre que ella conoce mal los ritos y danzas hindúes y que miente. La joven de tez mate y ojos almendrados se llama en realidad Margaretha Zelle y nació en 1876 en Leeuwarden, pequeña dudad del norte de los Países Bajos. A los 19 años, se casa irreflexivamente con el capitán Mac Leod, oficial de las tropas coloniales, quien la lleva a Java, donde seduce fácilmente a la sociedad, un poco snob, de la “Belle Epoque». La artista se vuelve muy pronto una cortesana sagaz, que recorre Europa a donde quiera que la lleven sus aventuras galantes, en las más altas esferas de la política, la diplomacia, las finanzas o el ejército.
Nadie encuentra objeciones a esta vida agitada ni a sus relaciones cosmopolitas mientras reinaba la paz. Pero la iniciación de la Primera Guerra Mundial lo cambia todo. Los viajes incesantes y las amistades de Mata-Hari se vuelven sospechosas a los ojos de las autoridades francesas. ¿No es acaso amiga íntima de dignatarios y oficiales alemanes? Es inquietante ver que busca la compañía de diplomáticos y oficiales franceses, ingleses o rusos y que, a menudo, se encuentra en lugares cruciales para el desarrollo de la guerra.
Agente H 21
En un momento en que se combate encarnizadamente en todos los frentes, la obsesión por la traición y por el espionaje se exacerba. Los servicios secretos franceses e ingleses sospechan que Mata-Hari trabaja para Alemania. En agosto de 1916 el famoso «deuxieme bureau», la división francesa de contraespionaje, decide ponerla a prueba, confiándole una misión en Holanda. Por un conjunto de circunstancias, no puede llegar a ese país y se dirige a España, centro del espionaje y del contraespionaje internacional. Allí, por propia iniciativa, llega a intimar con el agregado militar alemán, el capitán Von Kalle. Obtiene de él información sobre las maniobras alemanas, que transmite al servicio secreto francés; pero éstos siguen sospechando de ella, pensando que es una agente doble que trata de hacerles creer que apoya la causa francesa. Este temor se ve confirmado al interceptar mensajes codificados, enviados por Von Kalle al estado mayor alemán, en los que se informa de las misiones y de los movimientos del agente alemán H 21, que coinciden exactamente con los desplazamientos de Mata-Hari. De ahí en adelante, el agente H 21 y Mata-Hari son una sola persona para la policía francesa y la bailarina es detenida cuando regresa a París, después de su misión, el 13 de febrero de 1917.
El fin de una mujer fatal
Al principio, Mata-Hari niega toda actividad en favor de Alemania y pretende haber hecho contacto con el enemigo con el único fin de entregar información a Francia. Después, termina por reconocer que su juego era más complejo y que atraída por el afán de lucro, se dedicaba efectivamente a entregar información a los alemanes desde el comienzo de la guerra, aunque afirma haberse burlado de ellos, transmitiéndoles sólo información sin valor. A pesar de todo, el consejo de guerra que juzga el caso la encuentra culpable, ya que considera que los mensajes interceptados y las grandes sumas que Alemania le ha entregado son pruebas abrumadoras. Mata-Hari es condenada a muerte y luego fusilada el 15 de octubre de 1917. Es claro que la joven mantenía continuas relaciones con oficiales alemanes. Para obtener dinero, seguramente les prestó algunos servicios y les transmitió mensajes, cosas que son graves en un período de conflicto, aun si no pudo entregar información importante, susceptible de cambiar la suerte do la guerra. Pero su juego era inaceptable en ese tiempo de guerra y de sufrimiento. Por ello, fue condenada doblemente, como mujer escandalosa y como espía.
El espionaje
El espionaje es una actividad que realizan todos los Estados del mundo para protegerse y defender sus intereses nacionales.Agentes militares y agentes dobles. El papel que cumplen los espías para penetrar en las estrategias militares del enemigo es bien conocido. Más complejas y enigmáticas son las funciones de los agentes dobles y de quienes son utilizados para «intoxicar» o «desinformar», como se dice actualmente, al adversario, entregándole información errónea. Los grandes casos de espionaje militar terminan siempre trágicamente, como el de Mata-Hari, o desencadenan graves crisis políticas.
El caso Dreyfus. Así, en Francia, entre 1894 y 1906, el caso Dreyfus tuvo una repercusión enorme. El capitán Dreyfus, injustamente acusado por el ejército francés de haber entregado secretos militares a Alemania, es condenado en una atmósfera de nacionalismo exacerbado y sólo logra, demasiado tarde, su rehabilitación póstuma.
Los esposos Rosenberg. Durante la guerra fría, que enfrentó a los Estados Unidos y la Unión Soviética, los casos de espionaje se multiplicaron y fueron juzgados con una severidad que revela el miedo y la tensión de la época. El más notorio de ellos es el de los esposos Rosenberg, ciudadanos norteamericanos acusados de haber entregado a los soviéticos secretos sobre las armas atómicas. Aunque los hechos nunca pudieron ser probados y a pesar de una gran campaña internacional en su favor, ambos acusados fueron ejecutados en 1953.
La policía secreta. Los Estados utilizan espías para protegerse de los peligros interiores y para vigilar a los opositores más virulentos. La policía interior o secreta se infiltra en los medios sospechosos. En algunos casos, esta vigilancia puede llegar a ser abusiva y ocasionar escándalos de gran envergadura, como el caso de Watergate que, en 1973, hizo sospechar de los más cercanos colaboradores del presidente norteamericano Nixon, en un escándalo de espionaje político que le costó el cargo a este último.
El año sin perdón
Desde 1914, la guerra desgarra a Europa. Francia, Inglaterra, Rusia y sus aliados se oponen a los poderes centrales dirigidos por Alemania y Austria-Hungría. El conflicto, que todos esperaban fuese corto, se ha prolongado inesperadamente. En 1917, la guerra está estancada y cunde el desaliento. En el frente, los soldados mueren por miles en las trincheras y en las lastimosas ofensivas. Pronto, los motines estallan en las tropas de los beligerantes. En la retaguardia, las privaciones son cada vez menos aceptadas por la población.
En el lado francés, se teme que Rusia, remecida por la revolución, abandone la lucha. Se espera, por otra parte, el apoyo de los Estados Unidos, que entra a la guerra en abril de
1917. Ha llegado la hora de reunir las fuerzas de la nación y de enfrentar con la mayor severidad a los amotinados, a los derrotistas y, sobre todo, a los traidores.
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El asesinato de Rasputín
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El asesinato de Rasputín |
El 16 de diciembre de 1916, el príncipe Yussupov y algunos otros aristócratas deciden poner fin a la vida de Gregorio Rasputín, monje corrupto, mujic borracho, que penetró en el círculo íntimo de la familia imperial gracias a sus poderes de curandero. Pero la tarea de aquella noche resulta bastante más difícil de lo previsto.
Gregorio proviene de un pueblo siberiano que abandonó un día para dedicarse a la religión, la meditación y la vagancia. Después de algunos años de este vagabundeo místico, adquiere en su región natal la reputación de starets o sea, de hombre santo. En 1904, abandona Siberia para ir a San Petersburgo y pide hospitalidad en la Academia de Teología, donde es presentado al obispo Hermógenes y al gran predicador Eliodoro. Estos son seducidos en seguida por su fe, lo adoptan y favorecen su entrada en la sociedad de la capital. Desde entonces se comienza a hablar de él, tanto por los milagros que realiza, como por los desórdenes e inmoralidades de los que es instigador.
A la conquista de la corle
La corte del Zar Nicolás II vive un drama. El zarevich Alexis, único heredero de la corona, esté aquejado por una enfermedad incurable, la hemofilia, que lo hace sufrir terriblemente. La reputación de Rasputín llega a oídos de la zarina Alejandra, quien convoca a la corte al “hacedor de milagros”.
Este logra atenuar en varias ocasiones los sufrimientos del joven enfermo e incluso llega a detener hemorragias normalmente fatales. ¿Podríamos hablar de puras coincidencias entre la llegada de Rasputín y la innegable mejoría de la salud del niño? Es imposible responder con certeza, sin embargo, la influencia aparentemente positiva que el hombre ejerce sobre la enfermedad del pequeño Alexis explica la fuente de su poder sobre la zarina, sobre la corte y en el mundo aristocrático de San Petersburgo.
La familia imperial le profesa una amistad tal, que se le empieza a designar como el «zar por sobre los zares”. Rasputín profita ampliamente de la fascinación que ejerce, particularmente en las mujeres. Cuando una joven mujer, de preferencia bonita, viene a pedirle consejo, él no duda en abusar de ella mientras le habla de Dios y de la redención. La fama de su vida, de una inmoralidad sin límites no le impide tener una corte femenina a su servicio dispuesta a hacer todo por él. El departamento de Rasputín se vuelve pronto el lugar de paso obligado de todos los solicitantes imaginables así como de los personajes mía importantes. En 1916, el presidente del consejo Sturmer y el ministro del interior Protopopov participan en sesiones de espiritismo que Rasputín organiza en su casa. Esa importancia desmesurada suscita tanto odio como celos en los medios influyentes, que se termina por atribuirle una actividad y una responsabilidad política que no tiene en realidad, incluso si la zarina está a sus órdenes.
Un asesinato programado
En 1916, las derrotas de Rusia en el frente de batalla y la desintegración del Estado suscitan una ola de indignación en todo el país. Si todo va mal, es necesariamente por culpa de la mala influencia que Rasputín ejerce sobre el zar, y las de derrotas del ejército sólo se explican, según la opinión pública, porque el starets se ha vendido al espionaje alemán. En esta atmósfera de descomposición del país, un cierto número de aristócratas, como el gran duque Dimitri Pavlovitch, emparentado con el zar, piensan que la única forma de ayudar al país es deshaciéndose del monstruo que es Rasputín. Un joven príncipe de diecinueve años, Félix Yussupov se siente investido para cumplir esta misión. El 29 de diciembre de 1916 invita a Rasputín a su casa, al palacio de la Moïka, con el pretexto de presentarle a su mujer. Con sus cómplices, el príncipe hace preparar un pastel impregnado de una dosis de cianuro capaz de matar a veinte personas y vierte el mismo veneno en el vaso destinado a Rasputín. Llegado donde Yussupov, el starets se instala, come los diferentes platos que le son ofrecidos y, a pesar que el cianuro demora normalmente sólo algunos minutos en surtir efecto, Rasputín sigue sintiéndose muy bien durante dos horas. El príncipe está exasperado y Rasputín pide algo para beber. Decidido a terminar de una vez, Yussupov toma su revólver y dispara a quemarropa. Con el ruido, los cómplices surgen de sus escondites; un médico que examina a Rasputín concluye que todavía está vivo. Al poco tiempo su respiración se detiene y sus asesinos bajan el cuerpo al subsuelo del palacio. Sólo algunos minutos más tarde, Rasputín se levanta, intenta estrangular a Yussupov y se precipita al exterior; son necesarias cuatro balas más para que caiga al suelo y varios golpes de garrote para romperle el cráneo. Los conjurados envuelven el cuerpo y lo lanzan al río Neva. Cuando se encuentra el cadáver en el agua, se constata que aún estaba vivo cuando cayó a las aguas del río: Rasputín murió ahogado. Esta resistencia excepcional contribuye a la leyenda de Rasputín como un “superhombre». ¿Era acaso insensible al veneno? Esto permanece en el misterio. Era en todo caso le que llamamos una fuerza de la naturaleza y tenía un temperamento fuera de lo común.
Yussupov cuenta
« (…) Rasputín estaba muerto. Gotas de sangre corrían por la herida y caían sobre las baldosas de granito. Bruscamente su ojo Izquierdo se entreabrió… y los dos ojos de Rasputín, que se volvieron extrañamente verdes y fijos como los de una serpiente me atravesaron con una mirada diabólica llena de odio. Como si bruscamente fuera poseído de un frenesí, saltó como disparado por sus piernas, salía espuma de su boca, estaba aterrador, un grito aterrador llenó la sala y vi llegar sobre mí, una mano con dedos retorcidos… Rasputín resucitado repetía mi nombre con una voz sibilante y ahogada… Era un hombre moribundo, envenenado y atravesado por una bala, en este cadáver que obscuras fuerzas habían puesto nuevamente de pie para vengar su muerte, había algo aterrador tan monstruoso que hasta hoy, cuando me acuerdo de ese momento, me embarga un terror indecible.,. Me parecía que el mismo diablo se había encarnado en el mujic… y que sus dedos retorcidos me agarraban para no volver a soltarme nunca más… Pero mi sorpresa y mi horror fueron mayores aún cuando vi abrirse la puerta de entrada y Rasputín desapareció en la oscuridad… Purichkevitch se lanzó tras él, se oyeron tres disparos y después un cuarto. Vi a Rasputín titubear y desplomarse en la nieve.» Príncipe Yussupov. El Fin de Rasputín.
El misticismo en Rusia
Después del siglo XVII y hasta la revolución de 1917, un gran número de sectas nacen en Rusia. Sus numerosos adeptos practican rituales muy extraños.
“Los combatientes del espíritu”. Ellos consideran la religión ortodoxa como una forma de idolatría, rechazan el bautismo y no se persignan antes de orar como lo exige la tradición; tampoco aceptan la institución del matrimonio porque consideran que el consentimiento mutuo es suficiente. Para ellos, la principal fuente de fe no es la Biblia, sino la tradición oral viva que los fieles se transmiten de generación en generación.
“Los bebedores de leche”. Los miembros de esta secta, fundada por Simion Oukleïne, están en contra de los “combatientes del espíritu» y de la Iglesia Ortodoxa. Destruyen todos los iconos o los queman; no toman bebidas alcohólicas (de ahí su nombre de “bebedores de leche”); sus hijos no tienen juguetes, no tienen derecho a estar en la calle o a comer dulces, pero nunca son castigados por sus padres. Las mujeres no llevan joyas, pero son tratadas igual que los hombres.
“Los flagelantes’ o “khlysty” (“azotados”). En sus asambleas, se azotan con atados de ramas o telas entorchadas para mortificar su carne. Según su doctrina, Cristo se reencarna periódicamente en seres humanos que llaman “cristo”. Se conocen casos donde los participantes comulgan tomando la orina de su “cristo” y entran en comunicación con el Eterno durante “bailes giratorios”, suerte de sesiones de éxtasis y de trance colectivo de donde salen purificados.
“Los castrados”. Ramificación del grupo de los flagelantes que aparece en el siglo XVIII, practican los mismos “bailes giratorios”, pero le agregan la castración obligatoria. Para ellos hay que escapar del envoltorio corporal que simboliza el sexo para alcanzar la pureza absoluta.